Aimée: la red de perseguidores en la paranoia femenina

Reconstruir la red de perseguidores durante el tratamiento resulta fundamental para ubicar los pasos de construcción del delirio, su articulación, e historizarlo. Sólo así se abre el camino a un trabajo posible. Veamos cómo funciona en Aimée.

Como hemos dicho en las emisiones 12 y 13 del podcast, el delirio es una construcción y se va tejiendo con elementos y personajes de la vida del sujeto.

En el caso de la psicosis paranoica, los temas del delirio se entrelazan entre ideas persecutorias y de grandeza. En el texto del delirio, los perseguidores tienen un lugar fundamental. Se sostienen en certezas e intuiciones delirantes y están en relación a ideales del sujeto.

Reconstruir la red de perseguidores durante el tratamiento resulta fundamental para ubicar la articulación delirante, los pasos de construcción del delirio, historizarlo y abre el camino a un trabajo posible.

Hoy les propongo volver al texto de Aimée para ver cómo, en su caso, los perseguidores se van sumando a la trama del delirio y arman esta red.

Lacan encontró a Aimée en su segunda internación, luego de que intentara apuñalar a la célebre actriz Huguette ex-Duflos (en la tesis se la llama Z) en la puerta del teatro donde actuaba. A este episodio se lo conoce como el “atentado”.

Su primera internación había sido siete años antes, cuando se instaló una idea de viajar a los Estados Unidos para realizar su sueño de ser escritora.

El desencadenamiento de la psicosis es todavía anterior, durante su primer embarazo. En ese tiempo comienzan los temores por la vida de su beba: extraños perseguidores la amenazan. Al nacer, la niña está muerta, lo que refuerza las ideas delirantes de Aimée.

Las perseguidoras

En ese momento recibe la llamada telefónica de una antigua amiga a quien hace tiempo no ve, C. de la N., que le pregunta cómo está. A partir de esa llamada, Aimée la hace responsable de la muerte de su hija.

Es en este momento que el delirio toma cuerpo y se plasma la certeza psicótica que deja a C. de la N. en el lugar de perseguidora, por más de que Aimée no mantenga con ella más que limitadas conversaciones.

A todo esto, hay un dato muy importante: la muerte de un hijo fue un hecho padecido por la madre de Aimée mientras estaba embarazada de ella. Una de sus hijas, de nombre Marguerite, muere a causa de un accidente: cae en un horno encendido. Esta muerte desencadena la locura de la madre en plena gestación de Aimée, a quién hará llevar el nombre de la hermana muerta. Recordemos, el verdadero nombre de Aimée es Marguerite Pantaine.

Por lo tanto, el tema fundamental del delirio –“quieren matar a mi hijo”– tiene su lugar previo al nacimiento de Aimée, y es retomado por ella de una manera delirante.

Dos años más tarde de la muerte de su hija, Aimée vuelve a quedar embarazada. Nace un niño y el delirio recrudece.

Entonces es internada durante seis meses. Luego de la externación no quiere reintegrarse a trabajar y solicita el pase en su lugar de trabajo para irse a vivir sola a París, donde desarrolla su delirio erotomaníaco y persecutor.

Como quien habla de cualquier cosa, C. de la N. le comenta por teléfono a Aimée algo acerca del éxito de las actrices Huguette ex-Duflos y Sarah Bernhardt.

La aparición de Huguette ex-Duflos en el delirio se da porque se anexa un tema de grandeza al de persecución: la actriz es más poderosa que C. de la N.

La persecución que el delirio centraba sobre el hijo, va a dirigirse también contra Aimée misma.

A partir de ahí, no solo va ser perseguida como madre, sino también en su condición de mujer: “ella (Huguette ex-Duflos) me provoca y me amenaza”, dice Aimée.

Sus perseguidoras, C. de la N y Huguette ex-Duflos (contra quien atenta), son consideradas por Lacan como subrogados de su hermana mayor, quien tuvo un papel muy importante en su vida y cuidó de su hijo en sus momentos de ausencia.

El complejo fraterno es situado en primer lugar. Esta hermana constituye para Aimée “la imagen –nos dice Lacan– que ella es impotente de realizar”. El odio que siente hacia ella es orientado hacia objetos alejados de su objeto real. Se establece entre estas mujeres una serie metonímica, ya que todas ellas representan su ideal.

Los perseguidores

Lo que, según Aimée, hace Huguette ex-Duflos se enlaza a un nuevo personaje, Pierre Benoit, ya que es el autor de las obras que ella representa. Aimée dice que en sus textos revela su vida privada, cuenta escándalos en los que participa, siente que todo el mundo sabe de su intimidad y que Benoit hacía todo aquello para perjudicarla.

Lo que está en juego con Pierre Benoit es el ideal de un hombre de letras. Aimée dice: “yo era la heroína del escritor”.

Aimée recurre entonces al auxilio del Príncipe de Gales. Le escribe cartas preocupada por las guerras y la suerte de los pueblos, pidiéndole ayuda. Luego el tono vira hacia la erotomanía.

Así quedan conformados los nudos principales de la red de perseguidores que componen el delirio sistematizado de Aimée.

Sobre el caso Aimée:

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