55. «Tótem y tabú» bajo la lectura de Lacan

Tomaremos el mito freudiano de “Tótem y Tabú” desde los aportes de Lacan para ubicar los momentos de la muerte del Padre y el asesinato. El primero nos sitúa la entrada del Nombre del Padre y el segundo la relación con la castración.

Transcripción

Parto del padre en tanto significante, o sea, el Nombre del Padre, concepto que implica el padre muerto. Desde Freud, la identificación al padre es primaria. El padre se presenta como el que preside la primera identificación, por el hecho de ser merecedor del amor. El padre es amor, es lo primero que hay que amar en este mundo. 

Otro concepto que surge en relación al amor al padre es el padre original a quien los hijos han matado, tras lo cual cierto orden resulta del amor por este padre muerto; no sólo muerto, sino asesinado. Interrogado por dar cuenta del origen del Padre, Lacan nos plantea que Freud responde inventando el mito de “Tótem y Tabú”

En este texto va a colocar dos rasgos valiosos del totemismo: la identificación con el animal totémico y los sentimientos ambivalentes hacia él. Se basa en este punto para reemplazar, sustituir, en la fórmula del totemismo al animal totémico por el padre. Se llama al tótem antepasado primordial.  

Nos dice Freud (según lo cita Lacan): 

Si el animal totémico es el padre, los dos principales mandamientos del totemismo, los dos preceptos-tabú que constituyen su núcleo, el no matar al tótem y no usar sexualmente a ninguna mujer que pertenezca a él, coinciden por su contenido con los dos crímenes de Edipo, quien mató a su padre y tomó por mujer a su madre, y con los dos deseos primordiales del niño, cuya represión insuficiente o cuyo nuevo despertar constituye quizá el núcleo de todas las psiconeurosis.

Continúa el texto con la pregunta por una ceremonia particular, el banquete totémico. 

Freud parte de la idea de sacrificio. Como sacrificio se ofrendaban cosas de comer y beber, como tributo al dios. La forma más antigua de sacrificio era el de animales, cuya carne y sangre tomaban en común el dios y sus adoradores. El sacrificio era una ceremonia pública, la fiesta de todo el clan. Lo que liga en comunidad en el banquete no es un factor religioso, sino el acto mismo de comer. 

Dice Freud:

Representémonos la escena de aquel banquete totémico. […] El clan […] mata cruelmente y devora crudo a su animal totémico, […] los miembros del linaje se han disfrazado asemejándose al tótem […], imitan sus gritos y movimientos como si quisieran destacar la identidad entre él y ellos. […] Consumada la muerte, el animal es llorado y lamentado. […] A ese duelo le sigue el júbilo festivo, el desencadenamiento de todas las pulsiones. […] el exceso mismo está en la esencia de la fiesta. […]

[Para el psicoanálisis,] el animal totémico es realmente el sustituto del padre.

Es desde ahí de donde surgen los sentimientos ambivalentes. «La horda primordial en la que había un padre violento, celoso, que se reservaba a todas las hembras para sí y expulsaba a los hijos varones cuando crecen” no se observó en ninguna parte.

 Va a otro punto:

[…] la organización más primitiva es la liga de varones. […] Un día los hermanos expulsados se aliaron, mataron y devoraron al padre, y así pusieron fin la horda paterna. Y ahora en el acto de la devoración forzaban la identificación con él, cada uno se apropiaba de un fragmento de su fuerza.

Luego nos plantea:

El banquete totémico es la primera fiesta de la humanidad, sería la repetición y celebración recordatoria de aquella hazaña memorable y criminal con la cual tuvieron comienzo tantas cosas: las organizaciones sociales, las limitaciones éticas y la religión.

En el seminario El reverso del psicoanálisis, Lacan va a tomar el mito de “Tótem y tabú”. Allí lo enlaza con el complejo de Edipo y nos dice que sólo habló de él como la metáfora paterna, en su función lógica.  

Partamos de la muerte del padre como Freud la anticipó, como la clave del goce, del goce del objeto supremo identificado con la madre, a la que apunta el incesto. La prohibición de este goce primero se edifica a partir de la muerte del padre. No solo se trata de la muerte del padre, sino del asesinato. Es en el mito de Edipo donde está la clave del goce. El mito de Edipo muestra bien que el asesinato del padre es la condición del goce. 

La estructura subjetiva depende de la introducción del significante. Lacan se interroga: ¿Podemos poner a la cabeza el conocimiento de la muerte? Todo esto para decir que nadie sabe de la muerte. Todo hombre es mortal, todo hombre nacido de un padre, del que se nos dice que como está muerto no goza de lo que tiene que gozar. Se establece, en términos freudianos, la equivalencia entre padre muerto y el goce. 

Tótem y tabú, el mito freudiano, es la equivalencia del padre muerto y el goce. Este es un operador estructural. 

Freud insiste en que lo que ocurrió en el mito ocurrió realmente, que eso es lo real, que el padre muerto tiene la salvaguarda del goce y que de ahí procede la prohibición del goce. “Que el padre muerto sea el goce es el signo de lo imposible, lo real es lo imposible”.

Reconocemos más allá del Edipo un operador estructural llamado el padre real. Lacan se refiere a que el padre real es el agente de la castración. La castración es función simbólica, a saber, sólo se concibe desde la articulación significante; la frustración lo es de lo imaginario y la privación, de lo real. 

¿Que se define del fruto de estas operaciones? Del enigma que nos propone el falo como imaginario debemos hacer el objeto de la primera de estas operaciones, la castración.

El padre real no es otra cosa que el agente de la castración. […] Nos podemos deslizar al fantasma de que el castrador es el padre. La castración en tanto enunciado de una prohibición, sólo puede fundarse en un segundo tiempo, el del mito del asesinato del padre de la horda, y según este mito es de común acuerdo […]. 

Se trata de un acto, si lo tomamos como acto en el contexto ya ocupado por toda la incidencia significante; no podría haber ningún acto al principio, ningún acto que se pueda calificar de asesinato. 

La función del padre real, por lo que a la castración se refiere, ¿procede de la naturaleza del acto? “El padre real no es más que un efecto del lenguaje y no tiene otro real.” 

Lacan nos plantea que la castración no es un fantasma, es la operación real introducida por la incidencia del significante. 

Entonces tenemos dos conceptos: por un lado el Padre muerto, que es el Padre simbólico, la entrada del significante Nombre del Padre que produce la escisión  cuerpo-goce; y por otro lado el Asesinato del Padre que es en un segundo tiempo, y tiene que ver con la incidencia, la interdicción, el no.


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