La transferencia y el Sujeto Supuesto Saber
La transferencia hace a la estructura de todas las relaciones particulares con ese Otro que es el analista, y se soporta en su presencia.
La presencia del analista no la podemos separar del concepto de inconsciente, ya que es, en sí misma, una manifestación del inconsciente.
En el Informe de Roma, Lacan nos trae el sentido del descubrimiento freudiano: “El inconsciente es la suma de los efectos de la palabra sobre un sujeto, en el nivel en que el sujeto se constituye por los efectos del significante”.
El sujeto es sujeto del inconsciente, y la noción de inconsciente nos lleva al concepto de transferencia.
El concepto de transferencia apareció en los textos unido a la repetición, por lo que podríamos llegar a pensar que están unidos: “lo que no puede ser rememorado se repite en la conducta”.
La repetición se sube a la transferencia, le sirve, por decirlo de algún modo, de vehículo, pero no están unidas. Debemos separarlas.
Lacan, retomando los cuatro ejes del descubrimiento freudiano, habla en su Seminario de “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, a saber: repetición, transferencia, inconsciente y pulsión.
La transferencia es resistente. ¿Qué quiere decir esto?
La transferencia es el medio por el cual se interrumpe la comunicación del inconsciente, el inconsciente se vuelve a cerrar, y espera la interpretación de boca del analista para volver a abrir sus puertas.
Cuando las asociaciones se detienen, seguramente se debe a que se atraviesa alguna ocurrencia referida al analista.
Lacan nos advierte que la presencia del analista forma parte del concepto de inconsciente.
Cierre y apertura del inconsciente: pulsación temporal, que se produce como efecto de la presencia del analista.
La transferencia no es la puesta en acto de una ilusión, “es la puesta en acto de la realidad del inconsciente, que es sexual”.
Para hablar de la transferencia, Lacan coloca al Sujeto Supuesto Saber.
Concebimos al “sujeto como lo que representa un significante para otro significante”, supuesto, como ficción, y saber en cuanto está presente en los significantes del inconsciente; es el saber textual que produce el análisis.
El analista acepta encarnar al Sujeto Supuesto Saber. Figura de ficción de transferencia simbólico-imaginaria que funda la creencia en los efectos de la palabra, sin este eje no hay análisis posible.
La apuesta al inconsciente es, como Lacan nos dice, “a lo no sabido que sabe”. Esto produce efectos.
Una cosa es el no saber de la posición del analizante y otra cosa es la contraparte desde el analista, que no puede dejar de saber. Es un saber referencial: lo sabe por su propia experiencia del inconsciente.
Debe interrogar desde su posición en la transferencia al analizante en su “goce del síntoma”. Esto sería: ¿qué se satisface ahí, en eso que sufre?
Lacan nos muestra en el texto “Intervenciones en la transferencia”, las intervenciones de Freud en el caso Dora, cuando le dice cuál es su parte en todo lo que armó. Interroga al sujeto en su implicancia.
Con las cuestiones del amor, estamos en la transferencia, porque al comienzo de la transferencia está el amor.
Alguien decide consultar a un analista porque supone que sabe sobre de lo que le pasa, supone que sabe sobre el deseo inconsciente y sus impasses.
Para ello es fundamental que el analista haya atravesado la experiencia que implica un análisis. Punto fundamental para transmitir esa experiencia.
Entonces el origen de la experiencia freudiana está marcado por el amor. Con el amor y la transferencia, las histéricas han llevado a Freud de la mano, y nosotros, como analistas, renovamos cada vez la experiencia, seguimos el camino.
Cada analista está marcado por la transferencia a los significantes del psicoanálisis.
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