20. El masoquismo: pulsión de vida y pulsión de muerte – El goce (IV)
En nuestra cuarta emisión de la serie sobre el goce, veremos cómo el fantasma masoquista en el varón –llamado femenino–, obra para nosotros de testigo y “reliquia” de la mezcla pulsional entre Eros y Tánatos.
En la emisión anterior comenzamos a plantear el tema de la repetición desde el texto freudiano de “Más allá del principio del placer”.
Nos fuimos centrando en las pulsiones, caracterizadas aquí como representantes de excitaciones internas que se transfieren al aparato anímico.
¿De qué modo se entrama lo pulsional con la compulsión a la repetición?
Freud habla de dos pulsiones, Eros y Tánatos: por un lado, las sexuales, que aspiran a renovar y realizar la vida, y por otro lado, las que pretenden conducir la vida hacia la muerte.
Freud las sintetiza, respectivamente, como pulsión de vida y pulsión de muerte.
La compulsión a la repetición nos puso sobre la pista de esta última.
La pulsión de muerte hay que asociarla desde el comienzo mismo con la pulsión de vida: dos pulsiones que luchan entre sí desde el origen.
La función del aparato psíquico es ligar las mociones pulsionales.
Las pulsiones de vida aportan tensiones, y su tramitación es sentida como placer. Las pulsiones de muerte, por su parte, parecen realizar su trabajo inadvertidas: la pulsión de muerte trabaja muda.
Es a partir de la existencia del concepto de pulsión de muerte que Freud nos plantea un masoquismo primario, o sea un masoquismo en relación a la constitución subjetiva.
Dice Freud: “El masoquismo sería un testigo y un relicto de aquella fase de formación en que aconteció la liga, tan importante para la vida, entre Eros y pulsión de muerte”.
Vamos ahora al texto “El problema económico del masoquismo” (1924), para avanzar con el concepto de pulsión de muerte, que Lacan luego conceptualiza como goce.
Lacan coloca el principio de placer como el guardián de nuestra vida.
Nos presenta tres vertientes del masoquismo: erógeno, femenino y moral.
Si la pulsión de vida ha debido conquistar su lugar junto a la pulsión de muerte, esto se debe a que la pulsión de muerte es, entre las dos, la más originaria.
Este concepto, según el cual la pulsión de vida conquistó para sí un lugar junto a la pulsión de muerte en la regulación de los procesos psíquicos, debe tenerse en cuenta en la dirección de la cura.
Los invito a escuchar.
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