La función del Padre
J.Lacan desde el tercer año de su Seminario coloca la función del padre simbólico, del
significante Nombre del Padre. El padre simbólico está marcado por una ausencia, que no
tiene que ver con el padre real, ese personaje de carne y hueso que tiene que encarnar la
función. El registro simbólico permite la transmisión de generación en generación. La
copulación y el hecho de que una mujer quede embarazada, no define al padre, lo que lo
define es una marca simbólica que tiene que ver con el deseo de darle un nombre a ese hijo
y decir “ese es mi hijo”.
El padre en tanto significante, es el padre muerto. El Nombre del Padre funda la ley y el
orden, y en tanto sostén de la función simbólica será la figura de la ley.
A partir de la enseñanza de Lacan el concepto de padre encontró un sitio relevante y le dio
otro estatuto al Complejo de Edipo, a la altura del Seminario “Las formaciones del
inconsciente», dónde hizo un pasaje del mito a la lógica, hasta llegar a la función nominante
del padre. La función nominante reafirma no solo el lugar nombrante del padre, es decir, el
dar un nombre a su hijo, sino también el nombre que hace de él mismo padre, esto es, el
nombre que le es dado al padre. Un sujeto es padre por ser nombrado como tal, su lugar se
hace dependiente del nombre. Al decir “tú eres mi hijo” no solo nombra hijo al niño que ha
tenido con su mujer, sino que también hace que su deseo pierda anonimato.
Para que la función materna y paterna tengan esa categoría de función, no deben ser
anónimos. Esto quiere decir que hace falta que el deseo, tenga nombre y apellido, que no
sea sin nombre, que quede unido a un linaje.
La función materna debe evocar una falta, como forma de dar cuenta de la castración; la
función paterna, debe ejecutar una mediación. Cuando hablamos de función materna y
paterna, debemos pensarlas al menos en tres generaciones.
Entonces, hablar de Edipo es hablar de la función del padre.
El padre es el padre simbólico, aquella posibilidad de producir metáfora, es un significante
que viene en lugar de otro significante. ¿De qué se trata la metáfora paterna? De lo que se
ha constituido como primordial de una simbolización entre el niño y su madre: poner al
padre en cuanto símbolo en lugar de la madre, es este el padre en el complejo de Edipo.
Lacan plantea los tres tiempos del Edipo:
1° Tiempo: Lo que el niño busca, en cuanto deseo de deseo es poder satisfacer el deseo de
su madre, es decir ser o no ser el objeto de deseo ella. El sujeto se identifica en espejo con
el objeto de deseo de la madre. Esta es la etapa fálica primitiva, al estar la primacía del falo,
el niño capta que, para gustarle a la madre, basta y es suficiente con ser el falo. El no poder
constituirse en objeto de deseo para ella tiene como efecto la problemática de las psicosis.
2° Tiempo: El padre interviene en calidad de mensaje para la madre: “No”, mensaje de
interdicción. Si no se juega la entrada del padre como interdictor, nos encontramos con la
perversión. El padre está como metáfora si, y solo si, la madre lo convierte en aquel cuya
sola presencia sanciona la existencia del lugar de la Ley.
3° Tiempo: De esta etapa depende la salida del Edipo. El falo, el padre ha demostrado que
lo daba solo en la medida en que es portador de la Ley. Puede dar o negar porque tiene el
falo.
El padre interviene en este tercer tiempo como el que tiene el falo y no como el que lo es, y
por eso reinstaura la instancia del falo como objeto deseado por la madre. El padre puede
darle a la madre lo que ella desea porque lo tiene. Interviene entonces el plano de la
potencia, por eso la relación de la madre con el padre vuelve al plano real, o sea de lo
genital, en un más allá del niño. El niño es desalojado de la posición ideal donde él y su
madre podían satisfacerse. Esta etapa supone para el niño aquella identificación con el
padre y el título en el bolsillo para ser usado más adelante. El complejo de Edipo, desde el
primer tiempo hasta el final, implica la relación al lugar del padre y es fundamental para
ubicar la neurosis, la perversión y la psicosis.
Partí del padre en tanto significante, o sea el Nombre del Padre, concepto que implica el
padre muerto. Desde Freud, la identificación al padre es primaria. El padre se presenta
como el que preside la primera identificación, por el hecho de ser merecedor del amor. El
padre es amor, es lo primero que hay que amar en este mundo.
Otro concepto que surge en relación al amor al padre es el padre original a quien los hijos
han matado, tras lo cual cierto orden resulta del amor por este padre muerto, no sólo muerto
sino asesinado. Interrogado por dar cuenta del origen del Padre, Lacan nos plantea que
Freud responde inventando el mito de “Tótem y Tabú .
En el texto va a colocar dos rasgos valiosos del totemismo, la identificación con el animal
totémico y los sentimientos ambivalentes hacia él. Se basa en este punto para reemplazar,
sustituir, en la fórmula del totemismo al animal totémico por el padre. Llaman al tótem su
antepasado primordial.
Nos dice, «Sí el animal totémico es el padre, los dos principales mandamientos del
totemismo, los dos preceptos-tabú que constituyen su núcleo, el no matar al tótem y no usar
sexualmente ninguna mujer que pertenezca a él, coinciden por su contenido con los dos
crímenes de Edipo, quien mató a su padre y tomó por mujer a su madre, y con los dos
deseos primordiales del niño, cuya represión insuficiente o cuyo nuevo despertar constituye
quizá el núcleo de todas las psiconeurosis.”
Continúa el texto con la pregunta por una ceremonia particular, el banquete totémico.
Freud parte de la idea de sacrificio, como sacrificio se ofrendaban cosas de comer y beber,
como tributo al dios. “La forma más antigua de sacrificio era el de animales, cuya carne y
sangre tomaban en común el dios y sus adoradores. El sacrificio era una ceremonia pública,
la fiesta de todo el clan. Lo que liga en comunidad en el banquete no es un factor religioso
sino el acto mismo de comer.”
Dice Freud:” Representémonos la escena de aquel banquete totémico. El clan, mata
cruelmente y devora crudo a su animal totémico, se disfrazan, imitan al tótem con sus gritos
y movimientos, como si quisieran marcar la identidad entre él y ellos. Consumada la muerte
el animal es llorado y lamentado. A ese duelo le sigue el júbilo festivo, el
desencadenamiento de todas las pulsiones. Una fiesta es un exceso permitido, más bien
obligatorio, la violación de una prohibición. El exceso mismo está en la esencia de la fiesta.”
Para el psicoanálisis el animal totémico es el sustituto del padre y es desde ahí que surgen
los sentimientos ambivalentes.
La horda primordial donde había un padre violento, celoso, que se reserva todas las
hembras para sí y expulsa a los hijos varones cuando crecen, no se observó en ninguna
parte y va a otro punto, la organización más primitiva es la liga de varones. Un día los
hermanos expulsados se aliaron, mataron y devoraron al padre y así pusieron fin la horda
paterna. En el acto de la devoración, forzaban la identificación con él, cada uno se
apropiaba de un fragmento de su fuerza.
El banquete totémico, nos dice Freud, “es la primera fiesta de la humanidad, sería la
repetición y celebración recordatoria de aquella hazaña memorable y criminal que funda las
organizaciones sociales, las limitaciones éticas y la religión.”
En el Seminario: “El reverso del psicoanálisis”, va a tomar el mito de Tótem y tabú. Lo
enlaza con el complejo de Edipo y nos dice que sólo habló de él como la metáfora paterna,
en su función lógica.
Partamos de la muerte del padre como Freud lo anticipó, como la clave del goce, del goce
del objeto supremo identificado con la madre, a la que apunta el incesto. La prohibición de
este goce primero se edifica a partir de la muerte del padre. No solo se trata de la muerte
del padre sino del asesinato, es en el mito de Edipo, donde está la clave del goce. El mito
de Edipo muestra bien que el asesinato del padre es la condición del goce.
La estructura subjetiva depende de la introducción del significante. Lacan se interroga:
“¿Podemos poner a la cabeza, el conocimiento de la muerte?”
“Todo esto para decir que nadie sabe de la muerte. Todo hombre es mortal, todo hombre
nacido de un padre, del que se nos dice que como está muerto, no goza de lo que tiene que
gozar. Se establece en términos freudianos la equivalencia entre padre muerto y el goce.”
Tótem y Tabú, el mito freudiano es la equivalencia del padre muerto y el goce.” Esto es un
operador estructural.”
Freud insiste en que lo que ocurrió en el mito, ocurrió realmente, que eso es lo real, que el
padre muerto tiene la salvaguarda del goce y que de ahí partió de ahí procede la prohibición
del goce.
Que el padre muerto sea el goce es el signo de lo imposible, lo real es lo imposible.
Reconocemos más allá del Edipo, un operador estructural, llamado el padre real.
Lacan se refiere a que “el padre real es el agente de la castración. La castración es función
simbólica, a saber, sólo se concibe desde la articulación significante, la frustración lo es de
lo imaginario y la privación de lo real.
¿Que se define del fruto de estas operaciones? Del enigma que nos propone el falo como
imaginario, debemos hacer el objeto de la primera de estas operaciones, la castración. El
padre real no es otra cosa que el agente de la castración.”
Nos podemos deslizar al fantasma de que el castrador es el padre. La castración en tanto
enunciado, sólo puede fundarse en un segundo tiempo, el del mito del asesinato del padre
de la horda, y según este mito es de común acuerdo.
Se trata de un acto, si tomamos como acto, en el contexto ya ocupado por toda la incidencia
significante, no podría haber ningún acto al principio, ningún acto que se pueda calificar de
asesinato.
La función del padre real, por lo que a la castración se refiere, ¿procede de la naturaleza del
acto? El padre real no es más que un efecto del lenguaje y no tiene otro real.
Lacan nos plantea que la castración no es un fantasma, es la operación real introducida por
la incidencia del significante.
Entonces tenemos dos conceptos: el Padre muerto, que es el Padre simbólico, la entrada
del significante Nombre del Padre que produce la escisión cuerpo-goce y el asesinato del
Padre que es en un segundo tiempo, y tiene que ver con la incidencia del significante, la
interdicción., el NO.
- Texto presentado en la XXXVII Jornada de Cartel de Encuentros de Psicoanálisis , como
integrante del Cartel: Conceptos y operatoria en las diferentes estructuras .
29 de mayo 2020