CUERPO Y GOCE EN LA EXPERIENCIA ANALÍTICA
Marga Tandeciarz
Para hablar del cuerpo y del goce en la experiencia analítica partiré de la clínica
freudiana, la inicial, la de su descubrimiento, en la estructura de las neurosis,
esencialmente la del desciframiento de los síntomas histéricos. Freud nos muestra allí
que el inconsciente no existe sin su incidencia sobre el cuerpo, partiendo del carácter
traumático de la sexualidad. Al decir de Lacan el síntoma que la histérica nos ofrece, es
un modo de presentar al analista lo real de un goce y es allí donde ella encarna la verdad
del síntoma y del goce en su propio cuerpo a través de su padecimiento, goce ignorado
que pide una tramitación.
Si el análisis de la neurosis tiene un sentido, es porque el deseo es aquello que
hace que el sujeto se arraigue a un destino singular, destino que exige que la deuda sea
pagada. El camino de acceso al deseo hay que pagarlo con algo que se llama goce.
Lacan nos decía que la única cosa de la cual el neurótico puede ser culpable es de haber
cedido en su deseo, y para no ceder hay que pagar el precio. Si el precio a pagar es la
renuncia al goce, es en la medida en que el deseo está definido como la metonimia de
nuestro ser.
La ética del psicoanálisis, la que nos permite progresar en la dirección de la cura,
se articula a partir de la ubicación del sujeto en relación a lo real, lo real que se opone al
término ficción. Es esta oposición entre ficción y real aquella que debemos tramitar en
la experiencia psicoanalítica de las neurosis. Es así que el deseo de analista deberá
ubicarse entre el goce solitario del síntoma y las ficciones del deseo en la estructura del
fantasma, respuesta del sujeto al deseo del Otro.
El trabajo completo se encuentra en el blog de Encuentros de Psicoanálisis:
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