Famillonario: cuando el sujeto se cree lo que no es

Mediante un chiste analizado primero por Freud y luego por Lacan, vemos una forma de identificación por la cual el sujeto se atribuye los rasgos valiosos de quien quisiera ser y, en el mismo movimiento, pierde su propia posición.

El sujeto no está estructurado del mismo modo que el yo de la experiencia. Responde a leyes propias.

Estas leyes rigen las distintas formaciones del inconsciente: los síntomas, los sueños, los fallidos y el chiste.

En el caso de este último (al que Freud llama también “agudeza” o Witz) se desliza un sentido que va en contra del sentido común.

Entre los ejemplos que da en “El chiste y su relación con lo inconsciente” (1905), Freud toma un chiste presente en el libro Reiselbider (‘Estampas de viaje’) del escritor alemán Heinrich Heine. Hirsch-Hyacinth, agente de lotería y pedicuro del barón de Rothschild, alardea de su relación con él: “Y así, verdaderamente, señor doctor, ha querido Dios concederme toda su gracia; tomé asiento junto a Salomón Rothschild y él me trató como a uno de los suyos, por entero famillonarmente”.

El autor hace decir al personaje algo que implica lo siguiente: “Rothschild me trató como a uno de los suyos, de manera por entero familiar (perteneciente a la familia), o sea, como lo hace un millonario”. Esta reflexión podría ser la de un hombre pobre frente a una gran riqueza; sin embargo así dicho, no provoca risa.

No es la comprensión del mensaje lo que nos hace reír, sino, en todo caso, lo que produce risa es la forma lingüística.

En primer lugar, se produjo una abreviación; para expresar el pensamiento, Heine agrega palabras. Hay además una segunda modificación. La palabra familiar de la frase que no produce risa se trasmuda en famillonar (famillonarmente en el texto del chiste).

La palabra neoformada coincide con las primeras sílabas de familiar y millonario.

Como nos dice Freud, se trata de “una condensación con formación sustitutiva” que produce una palabra mixta.

Esa palabra mixta, famillonar, es incomprensible en sí misma; tiene sentido si se tiene en cuenta el contexto en que surge y así tiene efecto de chiste.

Por datos de la biografía del autor, Freud ubica que a través de Hirsch-Hyacinth es el mismo Heine quien habla; el personaje es una parodia que el poeta hace de sí mismo.

Heine tenía en Hamburgo un tío acaudalado con un papel importante en su vida. Este tío se llamaba Salomón, al igual que el barón de Rothschild. Se esperaría que naturalmente el tío de Heine le dispensara un trato familiar. Pero había algo más: el autor tenía un ardiente deseo de casarse con su prima.

La prima en cuestión rechazó a Heine y el tío siempre lo trató famillonarmente, es decir, como a un pariente pobre.

Estas dos formas de rechazo hicieron sufrir mucho al poeta en su juventud. El chiste emerge de esas condiciones subjetivas.

En la creación poética famillonarmente, nos dice Lacan, no es el ser de Hirsch-Hyacinth el concernido, sino el de su creador, Heinrich Heine.  

Esta neoformación, el chiste, que se presenta con un carácter enigmático, tiene una forma de ser metafórica y una forma de ser verbal, fantasmática.

Siendo pedicuro, Hirsch-Hyacinth armó el fantasma de creerse millonario porque el millonario lo recibió en su casa. El chiste trae esa posición: ser familiar del millonario lo coloca como millonario a él también.

La clínica nos trae frecuentemente la actualidad de la posición del famillonario bajo la forma, por ejemplo, de creerse importante por estar en el entorno de alguien destacado.

Por identificación, el sujeto toma un rasgo de ese otro destacado y, fantasmáticamente, se atribuye las características de él; se da aires de lo que no es, y así pierde su propia posición.

[Imagen: El poeta Heinrich Heine, de Moritz Daniel Oppenheim]

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