Folie à deux o la locura compartida

En la clínica de la psicosis paranoica, a veces madre e hija, hermanas o hermanos, o padre e hijo comparten un delirio. En estos casos particulares, será esa relación familiar la que nos permita construir su eje.

A propósito del recorrido que hemos hecho del caso Aimée, hoy vamos a acercarnos a un fenómeno que a veces encontramos en la clínica de la psicosis paranoica, donde madre e hija, hermanas, hermanos, o padre e hijo comparten un delirio.

La folie à deux en la psiquiatría: Lasègue, Falret y De Clérambault

Los psiquiatras franceses Lasègue y Falret publicaron en 1877 un trabajo sobre la “Folie à deux o locura comunicada”. La han descripto como un fenómeno en relación a un problema psiquiátrico: un delirio compartido por dos personas.

Cada una de estas personas tendría una posición diferente. Una de ellas, el alienado, se mantiene alejado del mundo que lo rodea, y la otra posición, la del socio, es la de quien adopta el delirio y le imprime ciertos matices. Estos matices mantienen los lazos con los otros y por eso la construcción delirante se presenta algo modificada y resulta más creíble.

En un texto de 1921, De Clérambault, otro psiquiatra francés, ubica la mismas cuestiones entre la pareja delirante. Plantea como algo nuevo el síntoma primario en el delirante principal. En el partenaire, de Clérambault llega a la misma conclusión de Lasègue y Falret: se trata de alguien débil, influenciable, que adopta el delirio y se interesa en él acomodándolo para la credibilidad de los otros.

En el campo de la psiquiatría, la folie à deux no ha tenido mucho lugar más allá de estas descripciones.

La folie à deux en el psicoanálisis

En “Los complejos familiares en la formación del individuo”, publicado en 1938, Lacan nos plantea que la familia aparece en primer lugar como grupo de individuos unidos por una relación: la generación que aporta los componentes al grupo, las condiciones del medio y los adultos progenitores que aseguran su función.

Como ya nos lo ha dicho Freud en “El malestar en la cultura”, la familia es una estructura cultural. La familia desempeña un papel primordial en la transmisión de la cultura, en la primera educación, en la represión de lo pulsional y en la adquisición de la lengua materna.

La familia, así, establece entre las generaciones una continuidad psíquica cuya causalidad es de orden mental.

Esta continuidad psíquica se manifiesta mediante la transmisión a la descendencia de disposiciones psíquicas que quedan en el mismo plano que lo innato.

No se trata de una herencia biológica, sino de una transmisión de orden psíquico.

El complejo fraterno o complejo de intrusión, como lo llama Lacan en La familia, representa la experiencia que realiza un sujeto primitivo cuando se entera de que tiene hermanos. Surgen los celos, la rivalidad, la agresividad fraterna y la identificación.

Lacan se refiere a la paranoia cuando plantea las conexiones de esta psicosis: “con el complejo de intrusión que se manifiesta por la frecuencia de temas de filiación, usurpación, de despojo; del mismo modo que su estructura narcisista se revela en los temas más paranoides de la intrusión, de la influencia, del desdoblamiento, del doble y de todas las tramitaciones delirantes del cuerpo”.

Al hablar de las condiciones de la transmisión de la paranoia, Lacan pone el acento en la transmisión y no en la comunicación: locura transmitida, y no comunicada, como lo planteaba la psiquiatría. Por otra parte, dirá que es el delirio el que se transmite, no la psicosis.

Lacan va a aportar nuevos elementos para pensar la locura transmitida al formalizar el tema de la paranoia femenina y la folie à deux.

Años más tarde en el seminario Encore, de 1973, nos hablará de “estrago”, y en 1975, en R.S.I., dirá que ya a esa altura tiene suficiente experiencia clínica para saber hasta qué punto la relación madre-hija puede ser devastadora.

El estrago es uno de los fantasmas que advierten del capricho materno y es un concepto que se refiere a la estructura de la neurosis.

En esta psicosis, no nos encontramos con el estrago materno, sino con una madre cuyo capricho se transforma en ley. Entonces hallamos la locura de dominio, de usurpación, de celos, de manipulación y de reivindicación, todo esto puesto en juego en el texto del delirio.

A partir de los conceptos teóricos que hemos tomado, podemos inferir el aporte del psicoanálisis para la construcción de la trama en juego en el delirio compartido y el peso de una madre que hace su propia ley en las siguientes generaciones.

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