16. La transferencia en las psicosis

Ante la pregunta “¿qué lugar para el analista?” en la estructura de las psicosis, Colette Soler, en Estudios sobre las psicosis, nos trae algunas respuestas.

Ya hemos mencionado varias veces que frente a las psicosis se nos presenta la pregunta de qué tratamiento es posible.

¿Por qué esa pregunta? Porque como la estructura de las psicosis presenta los mismos elementos que la neurosis pero ubicados en otro registro, las psicosis nos interrogan en la transferencia por el estatuto del saber.

El sujeto psicótico tiene una particular relación al campo del Otro, se constituye en tanto sujeto por la exclusión del Otro, debido a la forclusión del Nombre del Padre. Por lo tanto, la posición ofertada al analista tendrá la marca de esa particularidad, lo que condiciona la estructura de la transferencia.

Si al hablar de transferencia ubicamos la figura de Sujeto Supuesto Saber o de un saber supuesto para la neurosis, ¿qué pasa con el saber en la psicosis?

El saber en la psicosis no es un saber supuesto, es un saber que está ahí disponible. El sujeto no es supuesto, está ahí en lo Real.

Entonces, ¿qué articulación con la estructura del saber se pone en juego?

El psicótico en su relación al saber testimonia de su certeza.

En estas coordenadas, Colette Soler, en Estudios sobre las psicosis, se plantea la pregunta “¿qué lugar para el analista?” y nos lleva a ubicar tres intervenciones en la transferencia para llevar adelante en distintos tiempos de la cura.


Transcripción

Ya hemos mencionado varias veces que frente a las psicosis se nos presenta la pregunta de cuál es el tratamiento posible.

¿Por qué esa pregunta?

Porque la estructura de las psicosis presenta los mismos elementos que la neurosis, pero ubicados en otro registro como hemos visto en otra oportunidad.

Debemos esperar la respuesta a nuestras intervenciones, también de otro modo en los pacientes. Es en este contexto que les traigo la cita de Jacques Lacan que nos plantea “no retroceder frente a la psicosis”, ¿Cómo pensar los efectos en las psicosis del discurso del psicoanálisis?

¿Qué quiero decir con los “efectos en las psicosis del discurso del psicoanálisis”?

¿Qué efectos para un paciente psicótico dentro del dispositivo analítico?

Pero el dispositivo analítico es un dispositivo simbólico, esto también va trayendo efectos, no es lo mismo cualquier tratamiento que un dispositivo psicoanalítico, el lugar que ocupa el analista, el dispositivo en sí.

El sujeto psicótico tiene una particular relación al campo del Otro, se constituye en tanto sujeto por la exclusión del Otro, debido a la forclusión del Nombre del Padre, por lo tanto la posición ofertada al analista tendrá la marca de esa particularidad, condicionando la estructura de la transferencia.

Este sujeto, queda en posición de ser objeto de goce del Otro (la próxima emisión voy a comenzar a abrir el concepto de goce, concepto que a lo largo de la obra de Lacan fue teniendo varias reformulaciones). En principio, les voy a decir hoy, que goce es satisfacción de la pulsión.

El goce del Otro está prohibido en la neurosis ¿Por qué? por efecto de la ley paterna. Esta ley paterna prohíbe gozar del Otro materno (Gozar del otro materno seria el incesto).

 Es posible decir que el psicótico está desabonado del inconsciente, desenganchado del Otro, por lo tanto fuera de discurso. Como les dije en otras oportunidades el psicótico está en el lenguaje y esta fuera de discurso (considerando discurso a una comunicación articulada).

Lacan, en el texto “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” termina diciendo, “Dejaremos aquí por ahora esta cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis, que introduce, como se ve, la concepción que hay que formarse de la maniobra, en este tratamiento, de la transferencia”

Esto nos abre una pregunta:

¿Qué puede hacer un analista frente a un psicótico?

Presta sus significantes y su presencia o sea su capacidad de soportar la transferencia delirante.

La pregunta por la posición del analista en el tratamiento de las psicosis es una dimensión caso por caso, es artesanal.

Si al hablar de transferencia ubicamos la figura de Sujeto Supuesto saber o de un saber supuesto para la neurosis, ¿qué pasa con el saber en la psicosis?

Este saber supuesto para la neurosis es lo que permite la instalación de la transferencia. ¿Qué quiere decir esto? Cuando un paciente consulta se arma una ficción de una suposición de saber, que el analista sabe… ¿Pero sabe de qué? No, no se trata de conocimiento, se trata del saber de los significantes, del saber del inconsciente, del saber que supone el paciente que el analista lo va a conducir, que el analista sabe de su propio deseo, entonces lo va a acompañar. El saber en la psicosis no es un saber supuesto, no se da esta ficción. Es un saber que está ahí disponible. El sujeto no es supuesto, está ahí en lo Real.

 Por lo tanto,

¿Qué articulación a la estructura del saber se juega?

¿Cuál es el lugar que se puede ocupar?

Es un saber conectado al goce, no es un supuesto saber, exige la presencia del analista.

El psicótico en su relación al saber, testimonia de su certeza.

Colette Soler, en su libro “Estudios sobre las psicosis”, en el capítulo que lleva por título la pregunta ¿Qué lugar para el analista?, nos trae algunas respuestas, que me resultaron una guía.

Nos dice que el analista es llamado luego del desencadenamiento a suplir el vacío “súbitamente percibido de la forclusión”. Coloca la demanda al analista a cumplir el lugar de oráculo, de suplente.

Les leo del texto:

“¿A qué lugar es llamado el analista tras en estallido de la primera elación delirante? Está muy claro. El analista es llamado al lugar donde Schreber encuentra a Fleschig. Es llamado a suplir con sus predicaciones el vacío súbitamente percibido de la forclusión. La paciente demanda que el analista haga de oráculo y legisle para ella. Dice: “Le voy a hacer preguntas y tomaré la respuesta por verdadera. Cómo decir mejor que en el analista y en esas voces ella no sólo cree, sino que les cree…”

Nos plantea algo muy importante: Si el analista se instala en ese lugar, vendrá como respuesta la erotomanía.

Soler nos acerca a la maniobra para evitar la erotomanía, no operó con la interpretación, porque se interpreta cuando el goce está reprimido o sea en la neurosis. Cuando no lo está, solo puede elaborarse. Interviene con un silencio de abstinencia. Dice ella: “Ese silencio, esta negativa a predicar sobre su ser, tiene la ventaja de dejar el campo a la construcción del delirio…”

Nos habla la autora de un segundo tipo de intervención: “orientación del goce”. Este segundo tipo de intervención, funciona como prótesis imaginaria de la falta de prohibición. Se trata de un “no”. Para llevarlo un poquito a la clínica: “En un caso de una paciente mía que había tenido en la adolescencia un abuso por un hermano mayor. Se lo encontraba cada vez en reuniones y ella realmente volvía totalmente descompensada. No podía dormir, no podía parar, en ningún sentido.” Empezar a colocar ahí un colocar un NO. De hacer un juicio sobre su hermano. Después de muchas vueltas y después de bastante tiempo de tratamiento, se pudo armar algo que la empezó aliviar. Y es en este sentido lo que plantea Colette Soler, una prótesis imaginaria a la falta de prohibición.

Colette Soler presenta un caso en el que nos trae su intervención:

“…consistió en decir no, en poner un obstáculo cuando la sujeto parecía cautivada por la tentación de dejarse estrangular por el hombre que manifiestamente lo pretendía.” y por otro lado colocó un sí ¿Un sí cómo? Sosteniéndole un proyecto artístico”.

Pensaba también en mi paciente, que en ese caso apoyándola a que termine la carrera que había comenzado. Entonces por un lado prohíbe y por el otro lado habilita.

Una prótesis imaginaria a la falta de prohibición, a la entrada del nombre del padre, que prohíbe y habilita un goce.

Hay una tercera intervención, que hace a la captación de la estructura, a apelar al sujeto para construir un andamiaje que le permita circular por el mundo. Una construcción en análisis.

Esta intervención provocó un viraje en la transferencia y en el tratamiento, entiendo en mi experiencia la posibilidad luego de unos años de tratamiento de que el sujeto ubique su padecimiento, al decir de una paciente:

“sí, me doy cuenta de que no soy como todo el mundo, ¿pero ahora que hago?”

O como lo enuncia otro

“no puedo parar porque así me siento bien, que locura que cuando me siento en plenitud es cuando estoy peor. ¿Cómo hago con esto?”

(en una manía, por ejemplo)

Un trabajo que le permitió a la sujeto la captación de su locura y un efecto de acotamiento, un efecto tranquilizador, reduciendo su delirio.

Colette Soler habla de una” estabilización precaria, pero sin embargo patente”.

Y se pregunta “¿En qué se convierte el goce demasiado real que se encontraba de entrada en la cura?” Y sitúa esa estabilización entre tres términos, nos dice:

Primero. la ficción del delirio (como vimos, el silencio del analista frente a la demanda que hace que el sujeto responda con el delirio)

Segundo. la fijación del goce (lo que prohíbe y habilita)

Tercero. Construye un mito, en análisis, del desorden (de la falla original). Y luego apunta a la función de suplencia. Una producción artística. Aquello que suple la falta del Nombre del Padre.

La autora nos da, de forma totalmente anudada a la clínica, los modos de intervención desde la transferencia en las psicosis. Les recomiendo la lectura del libro. Como les dije antes se llama “Estudios sobre la psicosis” de Colette Soler. Editorial Manantial. Este es solo un primer artículo, van a ver después en el recorrido del libro que los va a entusiasmar.

¿Porque recalco esto de los conceptos anudados a la clínica?

Porque en psicoanálisis tal como fue para Freud, al escuchar pacientes fue armando un edificio teórico, es por el interrogante clínico que fue avanzando.

Para nosotros, la clínica de todos los días nos exige construir conceptos legados por nuestros maestros, que nos ayuden a operar.

En este caso el texto de Colette Soler nos presenta la maravilla de una experiencia clínica muy vasta y una transmisión muy clara.

Volviendo a las preguntas del comienzo, o nuestra pregunta en esta oportunidad, sobre el tratamiento posible para la psicosis

¿Qué lugar para el analista?

¿Quién dirige la cura?

Es el deseo del analista, que en el caso de la psicosis, sostiene y soporta estos atravesamientos, una transferencia particular que se juega en relación a lo real y en lo imaginario, allí en esos registros hay que leer los efectos de nuestras intervenciones. El analista debe estar acorazado contra la angustia para soportar la transferencia delirante y operar con ella.

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