La diferencia entre síntomas y rasgos de carácter – La sexualidad infantil en Freud (IV)

Dos textos freudianos nos abren la escucha hacia la diferencia entre la dimensión del síntoma, con el sufrimiento que conlleva, y un rasgo del carácter del sujeto.

Continuamos en la temática de la sexualidad infantil para ir avanzando en la teorización de Freud, según el modo en que fue interrogando su práctica.

En “Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad” de 1908, nos plantea el nexo entre las fantasías histéricas y los síntomas neuróticos; luego extiende este concepto a las neurosis.

Las fantasías son tanto conscientes (sueños diurnos) como inconscientes, y una vez que han devenido inconscientes, es decir, que han sido reprimidas, pueden expresarse en síntomas y ataques.

Las fantasías inconscientes mantienen un vínculo estrecho con la vida sexual, son idénticas a las fantasías que sirvieron al niño para su satisfacción sexual durante el período de masturbación.

El acto masturbatorio se daba en dos momentos: primero se convocaba la fantasía y luego había un segundo momento de autosatisfacción. Es decir que había una soldadura entre fantasía y acto masturbatorio, como hemos visto en el texto “Tres ensayos de teoría sexual” (Aquí y aquí).

Luego, en el momento de la renuncia a la satisfacción masturbatoria, la fantasía misma cae por medio de la represión, y pasa de ser consciente a ser inconsciente.

La conexión de las fantasías con los síntomas no es simple, sino múltiple y compleja. Un síntoma no corresponde a una única fantasía inconsciente, y no se trata de una correspondencia arbitraria, sino sujeta a leyes del inconsciente.

Freud puntualiza para el síntoma histérico:

  • Es el símbolo mnémico de impresiones y vivencias eficaces, o sea traumáticas.
  • Es un sustituto mediante conversión del retorno asociativo de esas vivencias.
  • Es la expresión de un cumplimiento de deseo.
  • Es la realización de una fantasía inconsciente al servicio del cumplimiento del deseo.
  • Sirve a la satisfacción sexual y figura una parte de la vida sexual en correspondencia con uno de los componentes de la pulsión sexual.
  • Corresponde al retorno de un modo de satisfacción sexual que fue real en la vida infantil y reprimida por la caída de la masturbación.
  • Es una formación de compromiso entre una moción pulsional y otra represora.
  • Siempre tiene un significado sexual.
  • Es la expresión de una fantasía sexual inconsciente masculina y femenina, que podría pensarse como activa y pasiva.

Para ubicar el nexo entre el erotismo anal y la neurosis obsesiva, Freud nos presenta el trabajo “Carácter y erotismo anal”. También es de 1908, año en que ya escribía sobre el Hombre de las Ratas.

Este texto describe personas que tienen como rasgos de carácter el ser ordenadas, ahorrativas y empecinadas o tercas.

Llama la atención a Freud algo que sucedía en la infancia de estas personas con relación a la función excretora y de los órganos que participan en ella. La experiencia clínica lo guió hacia un nexo entre el tiempo de la analidad y estos rasgos de carácter, que son sublimaciones o inhibiciones pulsionales. No se trata aquí de represión.

El campo de significación de la palabra ordenado también incluye metódico, honrado, decente. Ordenado incluye el aseo y la escrupulosidad en cumplir obligaciones, y también la formalidad, todas formaciones reactivas. El carácter ahorrativo puede llegar hasta la avaricia, la terquedad puede llegar hasta el desafío, la ira y la venganza.

En la primera infancia de estas personas se da mucha dificultad en el control de esfínteres. Son niños que se rehúsan a responder a la demanda materna de evacuar el intestino en el lugar indicado, y al mismo tiempo el retener las heces les trae una ganancia de placer en la zona anal.

Podemos pensar en una sobredimensión erógena de la zona anal. El erotismo anal es uno de los componentes de la pulsión.

Vemos otro nexo entre el interés por la defecación y el dinero. Freud nos dice que las constipaciones más importantes de los neuróticos pueden eliminarse cuando se toca en el paciente un complejo relativo al dinero. Freud presenta la identificación entre oro y caca como una oposición entre lo más valioso que el hombre conoce y lo menos valioso, que arroja de sí mismo como deshecho.

El dinero está vinculado a los excrementos en las culturas antiguas, en los cuentos tradicionales, en el mito, la superstición, en los sueños y en la neurosis; en el inconsciente. Por ejemplo, del despilfarrador, el habla popular dice que “caga la plata”.

El interés erótico por la defecación está destinado a desaparecer en la madurez, y el interés por el dinero surge como nuevo e inexistente en la infancia.

El texto nos permite avanzar sobre los rasgos de carácter que son continuaciones inalteradas de pulsiones originarias, sublimaciones o formaciones reactivas contra ellas.

Vemos en estos textos el anudamiento de lo pulsional con sus etapas y, por un lado, la dimensión sintomática que incluye la represión, y por otro, ciertos rasgos de carácter como resultado de formaciones reactivas y sublimación de la pulsión.

Estos rasgos de carácter de los que Freud habla pueden presentarse como un destino posible de la pulsión. Se trata de la pulsión anal cuyos componentes sádico-eróticos no han sido alcanzados por la represión.

En los rasgos de carácter falta el mecanismo fundamental de las neurosis: el fracaso de la represión y el retorno de lo reprimido.

Entre otros aspectos, estos textos nos abren la escucha para la clínica cotidiana en cuanto a la diferencia en un pedido de análisis entre la dimensión del síntoma, con el sufrimiento que conlleva, y un pedido de análisis por el carácter.

Tomando esta segunda posibilidad, la de un pedido de análisis por un rasgo de carácter, para abrir la posibilidad de un trabajo es imprescindible hacer surgir la dimensión sintomática o del malestar.

 

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