5. ¿En qué momento de la vida de un sujeto se da un brote psicótico?

¿Qué ocurre en determinada encrucijada de la vida para que se produzca un desencadenamiento en la estructura de la psicosis? Para bordear este tema, nos acercaremos al seminario Las psicosis de 1955-56, donde Lacan toma el texto freudiano «Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente» (caso Schreber) de 1910-11, para hacer su aporte. 

Esta emisión y la próxima las dedicaremos al caso Schreber.

La aproximación del seminario Las psicosis es un verdadero ejemplo de lectura lacaniana, donde se le da un valor fundamental a la pregunta freudiana:

¿Por qué al paciente le sobreviene ese estallido de libido homosexual en aquel tiempo, en la transición entre el nombramiento y la asunción del cargo de presidente del Tribunal Superior de Dresde? 

Freud coloca el acento en el sueño en duermevela: «que bello sería ser una mujer en el acoplamiento».

¿Cuáles fueron los temas del delirio?

  1. La mudanza en mujer.
  2. La relación con Dios.

Estos temas se entrelazan en el sistema delirante de Schreber mediante la actitud femenina frente a Dios.

Nos dice Freud en su texto: un avance de la libido homosexual fue el ocacionamiento de su enfermedad.

¿Qué ocurre con la posición sexual en las psicosis?

El aporte de Lacan es el concepto de forclusión del Nombre del Padre (para más sobre esto, pueden escuchar la primera emisión del podcast, Conceptos para abordar la estructura de las psicosis, y la tercera, Ejes teóricos para comenzar a ubicar el delirio).

El ser humano, en tanto sujeto, no puede escapar del sometimiento a la ley de la palabra. Esta ley es el Edipo.

Cuando al comienzo de la psicosis lo no simbolizado reaparece en lo real, por no poder realizar mediación simbólica alguna entre lo nuevo y él mismo, entra en otro modo de mediación que sustituye la mediación simbólica por un pulular, una proliferación imaginaria, que se llama delirio.

Los invito a escuchar, comentar y preguntar.

Transcripción

Vamos a tomar el seminario sobre la psicosis, de 1955-1956 de Jacques Lacan, cómo él va abordando el texto freudiano. El caso de paranoia, descrito autobiográficamente, que es el caso conocido como Schreber, escrito en 1910-1911, para hacer su aporte respecto a la psicosis. Voy a ir tomando un punteo del texto, para poder seguirlo está en el tomo XII de la Obras Completas publicado por Amorrortu.

Voy a tomar algunas partes del historial clínico. El doctor Schreber informa, nos dice Freud, que ha estado enfermo dos veces de los nervios, ambas a consecuencia de un exceso de esfuerzo mental. El enfermo dice que la primera vez como Director del Tribunal Regional de Chemnitz, con ocasión de una candidatura al Reichstag y la segunda por la inusual sobrecarga de trabajo en que me vi al asumir el cargo de presidente superior del tribunal de Dresde, para el cual se me acaba de designar.

Todo esto está en el texto, que es un alegato sobre su enfermedad, un testimonio, tiene valor de testimonio el texto de Schreber. Freud nunca lo vio como paciente. Tomo el texto y sobre ese texto trabajó. Y nos da como una transmisión en relación al valor del decir del psicótico como texto.

La primera enfermedad le sobrevino en el otoño de 1884, y a fines de 1885 había sanado totalmente. Flechsig, en cuya clínica el paciente pasó esa vez unos seis meses, definió más tarde su estado —en un informe oficial— como un ataque de hipocondría grave. Tras la curación de mi primera enfermedad, he convivido con mi esposa ocho años, asaz felices en general, ricos también en honores externos, y sólo de tiempo en tiempo turbados por la repentina frustración de la esperanza de concebir hijos.

En junio de 1893, ocho años después, fue notificado de su inminente nombramiento como presidente del Superior Tribunal; y asumió su cargo el 1 de octubre de ese mismo año. En el intervalo le sobrevinieron algunos sueños, pero sólo más tarde se vio movido a atribuirles significatividad. Algunas veces soñó que su anterior enfermedad nerviosa había vuelto, por lo cual se sentía tan desdichado en el sueño como dichoso tras despertar, pues no había sido más que un sueño. Además, en una oportunidad, llegando ya la mañana, en un estado entre el dormir y la vigilia, había tenido «la representación de lo hermosísimo que es sin duda ser una mujer sometida al acoplamiento», una representación que de estar con plena conciencia habría rechazado con gran indignación.

La segunda enfermedad le sobrevino a fines de octubre de 1893 con un martirizador insomnio que le hizo acudir de nuevo a la clínica de Flechsig, donde, no obstante, su estado empeoró con rapidez. Un posterior informe [de 1899], redactado por el director del asilo Sonnenstein, describe su ulterior desarrollo; «Al comienzo de su estadía allí, él exteriorizó más ideas hipocondríacas, se quejaba de padecer de un reblandecimiento del cerebro, decía que pronto moriría, etc.; luego ya se mezclaron unas ideas de persecución en el cuadro clínico, basadas en espejismos sensoriales, los cuales, sin embargo, inicialmente se presentaban más aislados, al par que imperaban un alto grado de hiperestesia y gran susceptibilidad a la luz y al ruido. Luego se acumularon los espejismos visuales y auditivos, que, sumados a perturbaciones de la cenestesia, gobernaron todo su sentir y pensar; se daba por muerto y corrompido, por apestado, imaginaba que en su cuerpo emprendían toda clase de horribles manipulaciones; y, como él mismo lo declara todavía hoy, pasó por las cosas más terribles que se puedan imaginar, y las pasó en aras de un fin sagrado. Poco a poco, las ideas delirantes cobraron el carácter de lo mítico, religioso, mantenía trato directo con Dios, era juguete de los demonios, veía «milagros», escuchaba «música sacra» y, en fin, creía vivir en otro mundo». Agregaremos, dice Freud, que insultaba a diversas personas por las cuales se creía perseguido y perjudicado, sobre todo a su anterior médico Flechsig: lo llamaba «almicida» («asesino de almas). Podemos pensar hoy el lugar que tenía el médico en la transferencia o que lugar tiene la transferencia en la psicosis.

En dicho texto Freud se pregunta porque el paciente le sobrevino ese estallido de libido homosexual en aquel tiempo, en la transición entre el nombramiento y la asunción del cargo. En el fallo que le devolvió la libertad al doctor Schreber, se resume el contenido de su sistema delirante. Se considera llamado a redimir el mundo y a devolverle la bienaventuranza perdida, pero cree que sólo lo conseguirá luego de ser mudado en mujer. Freud nos dice que en esta misión redentora, lo esencial, es que primero tiene que producirse su mudanza en mujer. No es que él quiera mudarse en mujer, más bien se trata de un “tener que ser” fundado en el orden del universo y al que no puede en absoluto sustraerse. Él es el objeto exclusivo del milagro divino y así el más maravilloso de los hombres que haya vivido sobre la tierra. O sea, ven que desde en el inicio se presentan dos puntos esenciales, y los va siguiendo Freud, la mudanza en mujer y la relación con Dios, realmente de una riqueza impresionante.

El primero se presentó bajo la fantasía de emasculación, o sea de transformación en mujer, que se le impuso en el estado de duermevela, recordamos la del sueño “que bello sería ser una mujer en el acoplamiento”. En el momento en que fue nombrado presidente del tribunal de Dresde, luego esta idea se unió con la idea de redención, “ser fecundado por los rayos divinos con el fin de crear hombres nuevos”. La mudanza en mujer fue la única pieza que sobrevivió al restablecimiento. Freud nos dice en el texto que agreguemos que las voces escuchadas por el paciente nunca trataron la transformación en mujer de otro modo que como una injuria sexual. Vean en qué en qué modo aparece la transformación, en las voces, como injuria.  Es un punto importante en la psicosis. En virtud de lo cual, se consideraban autorizadas a burlarse del enfermo, y le decían «Miss Schreber»». — «¡Y quiere ser presidente del Superior Tribunal uno que se hace f. . .!».» — «¿Y no se avergüenza usted ante su esposa?». La naturaleza primaria de la fantasía de emasculación y su inicial independencia respecto de la idea del redentor es atestiguada, además, por aquella «representación», citada al comienzo, que afloró en duermevela: tiene que ser hermoso ser una mujer sometida al acoplamiento. Esta fantasía había devenido conciente en la época de incubación de la enfermedad, antes que él afrontara la sobrecarga de trabajo en Dresde. La mudanza en una mujer había sido el punctum saliens, el primer germen de la formación delirante; demostró ser también la única pieza que sobrevivió al restablecimiento, y la única que supo asegurarse su lugar en el obrar efectivo del ahora sano. Es el primer germen de la formación delirante, como una respuesta al desencadenamiento, a lo que el nombramiento como respuesta, aparece esta frase en la duermevela y ahí comienza toda la formación delirante.

El segundo punto, la relación de nuestro enfermo con Dios es tan rara, y tan poblada de contradicciones. Adoptaba una posición femenina frente a Dios, él le demandaba la feminidad, como le dije antes, y le pedía un goce continúo, era su misión ofrecérselo. Los dos fragmentos principales del delirio de Schreber, están enlazados en su sistema, mediante la actitud femenina frente a Dios. Desde el sueño en duermevela se instaló enseguida un rechazo indignado de esa fantasía la que estallaría, imponiéndose sin pausa. Si nos acordamos el sueño que tuvo en el periodo de incubación de la enfermedad se vuelve evidente entonces y a salvo de cualquier duda que el reinicio de la mudanza de mujer no es más que la realización de dicho contenido onírico. En aquel tiempo se había revuelto con viril indignación contra ese sueño y de igual modo se defendió de él al comienzo, durante la enfermedad, veía su mudanza en mujer como una irrisión a la que lo condenaban con su propósito hostil. Más adelante en el texto nos dice Freud que en el periodo de incubación de la enfermedad (entre su nombramiento y su asunción del cargo, de junio a octubre de 1893), le sobrevinieron repetidos sueños del siguiente contenido: había retornado la anterior enfermedad nerviosa. Además, cierta vez, en un estado de duermevela le afloró la sensación de que era hermosísimo sin duda ser una mujer sometida al acoplamiento. En la grave psicosis, que pronto estallaría, la fantasía femenina se irá imponiendo sin pausa y apenas hace falta corregir un poco la indeterminación paranoica de los modos de expresión de Schreber, para colegir que el enfermo temía un abuso sexual de su médico.

Ven como esto va enseguida a la transferencia. Un avance de libido homosexual, dice Freud, fue entonces el ocasionamiento de esta afección; es probable que desde el comienzo mismo su objeto fuera el médico Flechsig, y la revuelta contra esa moción libidinosa produjese el conflicto del cual se engendraron los fenómenos patológicos.

Su delirio de ser mudado en mujer era una idea patológica no lo hemos olvidado. Nos dice Freud en su texto, “un avance entonces de la libido homosexual fue el ocasionamiento de la enfermedad”. Vamos a ir avanzando sobre este punto, antes quisiera ubicar algunas cuestiones en relación al padre.

El padre del presidente del Superior Tribunal Dr. Schereber, no había sido un hombre insignificante fue el doctor Daniel Gottlob Schereber cuya memorias es conservada todavía hoy, sobre todo en Sajonia por numerosas sociedades Schreber. Era un médico muy importante cuyos empeños en torno a la formación armónica de los jóvenes y de educación familiar y escolar combinadas con ejercicios y trabajos corporales para mejorar la salud habían surtido efecto duradero sobre sus contemporáneos.

Todavía hoy existen numerosas ediciones sobre una gimnasia médica casera, se trataba de la posición correcta de los niños, eran como unos elementos de tortura, anudados a las sillas, donde estaban tados con correa los chicos para tengan una buena postura.

Éstas ideas tenía el padre, que acompañaban la época, porque ha tenido un importante lugar en la sociedad. Esto también es importante, ¿qué lugar tiene un padre en lo social? o si no lo tiene. Un padre así no era por cierto inapropiado para ser transfigurado en Dios en el recuerdo tierno de su hijo, de quien fue arrebatado tan temprano por la muerte. Conocemos con exactitud la postura de este varoncito frente a su padre. Contiene la misma alianza entre sumisión respetuosa y rebelión que hemos hallado en al relación de Schreber con su Dios y es el modelo inconfundible de ésta última. Lo copia fielmente. El hecho de que el padre de Schreber fuera médico, y uno de gran prestigio, y sin duda venerado por sus pacientes, nos explica, dice Freud, los más llamativos rasgos de carácter que Schreber destaca de manera crítica en su Dios. ¿Qué mayor expresión de escarnio para un médico que afirmar de el que no comprende nada del hombre vivo y sólo saben tratar con cadáveres?, se interroga Freud. Sin duda responde a la esencia de Dios hacer milagros pero también un médico los hace.

Unas páginas más adelante Freud nos dice que identifica al sol directamente con Dios y se basa en eso para colocar también lo que aparece en el delirio de Schreber como un Dios inferior Arimán y otro Superior Ormuz, dice Freud, No soy yo responsable por la monotonía de las soluciones psicoanalíticas si aduzco que el Sol, a su vez, no es otra cosa que un símbolo sublimado del padre. El simbolismo se establece aquí con prescindencia del género gramatical; en alemán, quiero decir, pues en la mayoría de las otras lenguas «Sol» no es femenino, sino masculino. Por lo tanto también en el caso Schreber nos encontramos en el terreno bien familiar del complejo paterno.

Por tanto, también en el caso Schreber nos encontramos en el terreno bien familiar del complejo paterno, Si la lucha con Flechsig se le revela al enfermo como un conflicto con Dios, nosotros no podemos menos que traducirlo a un conflicto infantil con el padre amado. La más temida amenaza del padre, la castración, ha prestado su material a la fantasía de deseo de la mudanza en mujer, combatida primero y aceptada después. La referencia a una culpa, encubierta por la formación sustitutiva «almicidio», es decir asesinato de las almas, es muy nítida. ¿Qué ocurre con la posición sexual en esta estructura clínica? teniendo en cuenta donde nos deja el texto freudiano. El aporte de Lacan en relación al mecanismo de la psicosis es el concepto de forclusión del nombre del padre, que ya lo hemos ubicado en los audios anteriores. En el texto sobre la psicosis de Jacques Lacan, vamos encontrando respuestas. Puede que el comienzo un taburete no tenga suficientes pies, pero que igual se sostenga hasta cierto momento. ¿Qué ocurre cuando en el sujeto en determinada encrucijada de su historia biográfica confronta ese defecto que existe desde siempre?, que es el momento del desencadenamiento, esa fue la pregunta que comenzamos haciéndonos. Previo a todo simbolización hay una etapa en la que puede suceder que parte de la simbolización no se lleve a cabo y algo primordial en lo tocante al ser del sujeto no entre en la simbolización y sea no reprimido sino rechazado. Con lo que queda el sujeto se forja un mundo y sobre todo se ubica en su seno, es decir, se las arregla para ser aproximadamente lo que admitió que era, un hombre cuando resulta ser del sexo masculino y a la inversa una mujer. El ser humano en tanto sujeto no puede escapar al sometimiento a la ley de la palabra. La ley está en el origen y la sexualidad humana se realiza a través de ella. Esta ley, es una ley de simbolización, esto quiere decir que es el Edipo. Cuando al comienzo de la psicosis lo no simbolizado reaparece en lo real por no poder realizar una mediación simbólica entre lo nuevo y el mismo, entre en otro modo de mediación, que sustituye la mediación simbólica por un pulular, una proliferación imaginaria, que es lo que se llama delirio.

El caso Schreber lo trabajamos en el Espacio de Lectura

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