El inconsciente y el síntoma

El síntoma produce el anudamiento de la transferencia, establece el Sujeto Supuesto Saber, y en cuanto se constituye como pregunta a descifrar, es el motor de la cura. Ahora bien, ¿qué es un síntoma para el psicoanálisis?

En esta oportunidad haremos un breve recorrido sobre algunos conceptos para construir qué es un síntoma.

Este texto se anuda al anterior De la queja al síntoma, donde a partir de Elisabeth, la paciente de Freud, vimos los primeros pasos del trabajo, las entrevistas preliminares en que se construye el síntoma en el marco de la cura.

El inconsciente y el Otro

El inconsciente, como ya hemos visto en otras oportunidades, tiene la lógica de la incompletud y, nos dice Lacan, está estructurado como un lenguaje. Es la batería significante donada por el Otro. Son esos los significantes que van pasando de generación en generación.

Definimos el Otro como lugar de la palabra. Cada vez que hay palabra ese lugar es invocado.

Estamos sometidos al Otro por la condición de la demanda. Las condiciones de la vida humana hacen que esté comprometida en la condición de la palabra.

Para abrir esta frase un poco cerrada, digamos que la madre, como representante del lugar del Otro, le dona significantes al niño, es decir, al sujeto a advenir.

El cachorro humano tiene necesidades que expresa. Al pasar por el representante del Otro (la madre), estas necesidades son decodificadas, puestas palabras, y desde ese momento quedan perdidas para siempre.

Gracias al significante, la naturaleza queda perdida. Hablamos ahora, en cambio, del sujeto atravesado por el lenguaje.

A partir de allí, lo que antes era necesidad se transforma en demanda. La demanda (atravesada por el lenguaje) nada tiene que ver con la necesidad (orgánica).

El inconsciente es el discurso del Otro. El sujeto que nace en las condiciones de la palabra está marcado por el Otro. Esta marca hace enigma, hace pregunta al sujeto.

El síntoma en Freud

Del inconsciente como producción conocemos sus efectos. Quedan, como las nombró Freud, formaciones del inconsciente: sueños, lapsus, síntomas que escriben jeroglíficos que descifrar.

Las formaciones del inconsciente piden al analista ser descifradas, y ese desciframiento no es ajeno a la estructura del discurso.

“El síntoma es indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada, es un resultado del proceso represivo”, nos dice Freud en el texto “Inhibición, síntoma y angustia” de 1926.

En cuanto es “resultado del proceso represivo”, partimos de que Freud ubica el síntoma para la neurosis, la histeria y la neurosis obsesiva.

Nos dice que el síntoma tiene un sentido y que hay que buscarlo en la sexualidad infantil reprimida.

Los mecanismos de formación de síntomas son la condensación y el desplazamiento.

Algo queda interrumpido en el cumplimiento de un deseo y se forma un compromiso.

Freud nos da una indicación clínica: el síntoma es “un penar estrafalario”; aunque quiera, el sujeto no puede hacer otra cosa. Sólo puede desplazar este compromiso, permutarlo, pero no suprimirlo.

Los síntomas traen al sujeto sufrimiento, gasto anímico, empobrecimiento de la energía anímica, y por eso queda paralizado para las tareas de la vida.

Esta es la dimensión que el sujeto trae a la consulta: que no tiene ganas, que siempre se encuentra con las mismas dificultades, que repite siempre las mismas cuestiones.

Primeras conceptualizaciones del síntoma en Lacan

Al comenzar su enseñanza, Lacan sitúa el concepto de síntoma en relación al retorno de lo reprimido. Lo traduce por displacer, por sufrimiento que siempre retorna.

¿Para qué retorna? Para hacer pasar una palabra, que, como decíamos recién, se ofrece al analista para su desciframiento.

Si la neurosis es una pregunta, los síntomas son elementos articulados de esa pregunta.

Lacan señala que Freud descubre en los síntomas que hay un deseo en juego[1] y ahí nos hace pensar en la problemática que supone la satisfacción.

Define el síntoma como lo que es analizable en el marco de esa subjetividad en particular, de la historia de ese sujeto específico, de la sobredeterminación que le dio lugar.

Siguiendo a Lacan, situamos la represión como represión de significante. De allí saldrá la materia constitutiva de los síntomas.

Así, lo reprimido y el síntoma son homogéneos y reductibles a funciones significantes. Por eso hablamos del síntoma como de lo que es analizable.

Si decimos que el síntoma encierra una satisfacción problemática, podemos decir que se trata del deseo y del goce en su carácter de satisfacción pulsional.

Entonces, en el primer tiempo de la cura, lo fundamental es la construcción del síntoma. Esto anuda transferencia, establece el Sujeto Supuesto Saber.

Una vez constituido ese lazo que es la transferencia, el síntoma puede ser interpretado.

[1] Como lo vimos en el mencionado caso de Elisabeth.

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