El humor como alternativa a la angustia
Continuamos nuestra serie de artículos sobre el humor para ubicar qué nos aporta el psicoanálisis y cómo pensarlo en relación a la cura.
La semana pasada tomamos el cuento de Borges “Pierre Menard, autor del Quijote” y algunos datos sobre el momento de la vida del escritor en que creó este personaje. El recurso del humor le sirvió frente al sufrimiento, el desvalimiento, la castración y el temor a la muerte. Podríamos pensar la creación de este texto con humor como una posición subjetiva frente a todo esto, un recurso de sujeto.
El humor es un término de origen médico. La teoría hipocrática de los humores suponía que el cuerpo estaba dominado por ellos: la sangre, la bilis, la flema y la bilis negra. La predominancia de un humor u otro imponía un tipo de personalidad, y las enfermedades se explicaban por su presencia desbalanceada. Humor y enfermedad, entonces, están unidos, y el mal o buen humor es lo que transmite disposición o estado de ánimo, cuál es el talante en la ocasión.
Ya en nuestros días, el humor se diferencia del chiste. El chiste tiene la estructura de las formaciones del inconsciente, como lo muestra Freud en su texto “El chiste y su relación con el inconsciente”, es producto de un equívoco, de un tropiezo que ocurre al nivel del lenguaje.
Una fuente para la técnica del chiste, por ejemplo, es el doble sentido del significado de las palabras y su valor metafórico; otra fuente puede ser la condensación. El chiste se hace, lo cómico se descubre, es un efecto no buscado. En lo cómico se privilegia la escena.
El humor es una posición, una actitud frente al sufrimiento. Freud acentúa el carácter del humor como una actitud subjetiva. Descubre el humor como una “operación elevada” que no depende de propósitos conscientes, sino de una necesidad inconsciente, tanto en quién lo genera como en quién lo recibe.
El sentido de humor facilita la conexión con lo inconsciente, y la conexión con lo inconsciente facilita el sentido de humor.
El humor procura una ganancia de placer que proviene del ahorro de un gasto de sentimiento.
Entonces, el humor, en su esencia, consiste en ahorrarse sentimientos dolorosos.
El humor no sólo es liberador, como el chiste y lo cómico, sino que también tiene algo de grandioso y patético.
Lo grandioso está en relación al narcisismo: el yo rehúsa sentir los embates de la realidad, rehúsa dejarse tomar por el sufrimiento y muestra que pueden ser ocasiones de ganancia de placer.
El recurso del humor se opone al sufrimiento, es un triunfo del principio del placer en medio de los momentos penosos.
Dice Freud en “El humor”, de 1927, que como “defensa frente a la posibilidad de sufrir, ocupa un lugar dentro de la gran serie de aquellos métodos que la vida anímica de los seres humanos ha desplegado a fin de sustraerse de la compulsión del padecimiento, una serie que se inicia en la neurosis y culmina en el delirio, y en la que se incluyen la embriaguez, el abandono de sí, el éxtasis”.
Como vemos, el humor coloca un freno al padecimiento, a la pulsión de muerte, al goce.
El humor tiene una dignidad que no tiene el chiste y es un recurso que no entra en el terreno de la patología.
El superyó es una instancia de censura y castigo, heredera del complejo de Edipo, que en el humor tiene una versión insólita: le habla de una manera benévola y cariñosa al yo.
El superyó, que es conjunción entre Edipo y pulsión, ríe libre de culpa y censura mediante la actitud subjetiva del humor.
Este recurso posibilita un ahorro “del gasto de la compulsión de solemnidad”. El humor no hace feliz a nadie, pero sí permite una cuota menor de infelicidad.
Nos dice Freud: “no todos los hombres son capaces de la actitud humorística, es un don precioso y raro, muchos son hasta incapaces de gozar el plan humorístico que se les ofrece”.
Si el humor es un don precioso y raro, si sólo es para algunos, ligado a las pulsiones de vida y de muerte, se tratará de una sublimación.
Poder reír de las miserias de la vida y de la muerte, es la frontera donde puede transitar el superyó en la subjetividad, frontera entre la angustia y la risa.
Lograr a lo largo de la cura una cuota de humor es un modo de atenuar la crueldad del superyó, de acotar el goce para ganancia del placer.
*Para ampliar el tema, les recomiendo consultar las emisiones del podcast sobre el concepto de goce y el artículo Demasiado bueno para ser verdad: los que fracasan al triunfar.